La distribuidora de alimentos Campofrío, de la ciudad de Artigas, fue una de las protagonistas del lanzamiento del Premio Nacional de Eficiencia Energética 2025, organizado por el Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM), a través de la Dirección Nacional de Energía (DNE). La empresa fue convocada como testimonio destacado tras haber recibido una mención especial en la edición anterior del certamen.
Desde el norte del país, Campofrío alzó la voz como un ejemplo concreto de compromiso con el uso responsable de la energía, subrayando que la eficiencia también se premia fuera de Montevideo.
“Invitamos a todos a mirar al norte, porque en Artigas la eficiencia también se premia”, expresaron desde la empresa.
Durante el evento, la ministra Fernanda Cardona remarcó que la promoción de la eficiencia energética es clave en la transformación de la matriz energética uruguaya y en la búsqueda de una economía más sostenible.
“Este premio ha reconocido a quienes entienden que la eficiencia no es solo gastar menos, sino hacer las cosas mejor”, afirmó.
UN TESTIMONIO QUE LLEGÓ DESDE EL INTERIOR
El momento más emotivo de la jornada llegó con la intervención de Natalia Lencina, socia fundadora de Campofrío, quien fue invitada a compartir la experiencia de su empresa durante la ceremonia celebrada en Montevideo.
“La verdad que es una alegría enorme estar acá. Es un honor, y también una sorpresa, que nos hayan convocado”, comenzó diciendo Lencina, visiblemente emocionada.
Campofrío decidió postularse al premio luego de haber implementado una serie de inversiones significativas en eficiencia energética: paneles solares, iluminación LED y sistemas de climatización inverter.
“Cuando apareció la postulación dijimos: ¿y por qué no? Somos una empresa chica, del interior del país, pero nos desafiamos a presentarnos… y que sea lo que Dios quiera.”Lencina relató con simpatía la sensación que vivieron cuando supieron contra quiénes competían:
“Cuando vimos que estábamos al lado del Aeropuerto de Carrasco o del Shopping Plaza Italia, nos preguntamos: ¿qué hacemos acá? Pero ya que habíamos cruzado el mapa, dijimos: si estamos en el baile, vamos a bailar.”
Su testimonio resonó por su cercanía, sencillez y profundidad. Campofrío no solo apostó por reducir costos, sino también por generar impacto social y ambiental.
“Lo hicimos pensando también en el planeta, en el medio ambiente y en dejarle un legado a nuestra hija y a las próximas generaciones.”
Lencina cerró con un llamado potente y claro a otras empresas del interior:
“A las pymes chicas que hicieron alguna inversión: anímense. Presentarse a este premio cambia la energía interna de los equipos, motiva, da visibilidad y demuestra que se puede.”
Y concluyó con un mensaje directo a las autoridades:
“Quiero hacer una petición especial: que miren hacia el interior, que miren hacia el norte, que miren hacia Artigas. Hay mucho por hacer, pero también mucho por dar.”
Campofrío se convirtió así en un símbolo del potencial que tienen las pequeñas empresas del interior cuando combinan compromiso, innovación y visión de futuro. Su historia demuestra que la sostenibilidad no es exclusiva de las grandes compañías ni de la capital: la transformación energética también se construye desde Artigas.