Un caso de violación de una niña en Cerro Chato despertó la indignación del intendente de Treinta y Tres, Elías Fuentes.
El jerarca indicó que el sujeto responsable ya fue detenido en Durazno. «Esta gente no son seres humanos», expresó Fuentes.
«A estas bestias había que castrarlos, porque ahora ya la gente está pidiendo la pena de muerte», agregó el intendente.
Fuentes agregó que «por lo menos se debería llegar a la cadena perpetua» de los violadores.
La castración química es un proceso dirigido generalmente en contra de violadores, pederastas y otros agresores sexuales. Al sujeto en este tratamiento se le administra una serie de medicamentos destinados a reducir la líbido y la actividad sexual.
Los fármacos sofocan la conducta sexual en los hombres a través de la reducción radical de los niveles de testosterona. En teoría es un proceso reversible y el sujeto se recuperará una vez interrumpido el tratamiento.
Algunos de los medicamentos usados en estos procesos son el Depo Provera y antidepresivos que tienen como efecto secundario la disfunción sexual del paciente.
Por qué recibe críticas?
Varios estudios han puesto en duda su efectividad, por lo que muchos países la han descartado como método para anular a los delincuentes sexuales.
También ha sido criticada por organizaciones de derechos humanos por considerarla una práctica degradante. En 2016, con ocasión de la aprobación de la castración química por parte de Indonesia, Amnistía Internacional la consideró una «crueldad» y una pena «inhumana».
«La castración química forzada es un incumplimiento de la prohibición de la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, establecida en el derecho internacional», señaló en ese entonces la organización.