La Jefatura de Policía fue uno de los primeros edificios importantes que tuvo la capital de Artigas. San Eugenio del Cuareim, como se llamaba entonces la pequeña villa de calles polvorientas y rudimentarias casas de tejas, surgía como capital en 1884, estrenando también Jefe Político y de Policía: don Carlos Lecueder.
La obra más significativa de Lecueder fue la construcción de este edificio que se asemeja a un castillo feudal con altos muros, torreones y almenas. Una construcción que cuenta además con tres patios internos. El primero rodeado de columnas, con aberturas terminadas en semicírculos, pequeños canteros verdes y una gran fuente recubierta de amatistas de la zona que fue encargada en 1912 por Eladio F. Dieste, padre del renombrado ingeniero. En la parte trasera, el edificio se luce con otras dos torres a unos cinco metros sobre el cornisamento con sus garitas voladas en lo más alto del muro.
Un lustro después de inaugurado el edificio cambió su fisionomía al ser intervenido con la construcción de un frontispicio donde se colocó un sobrio reloj francés con tres campanas de trescientos kilos.
En un interesante trabajo sobre el reloj en cuestión, el profesor José Antonio Soloviy explica cómo surgió la necesidad de tener un artefacto que marcara ordenadamente el transcurrir del tiempo en la naciente urbanización. La zona estaba en pleno crecimiento: la inauguración de la Jefatura se dió poco tiempo después de llegar el ferrocarril al norte lo cual daba muestras de progreso y por ende, de nuevas exigencias. Para organizarse los pobladores necesitaba saber la hora, pero entonces los únicos relojes que existían eran los de bolsillo -unidos por una cadena que cruzaba del lado izquierdo al derecho de la indumentaria masculina-. La iniciativa de instalar un gran reloj en el flamante edificio surge del Cnel. Antonio González al asumir la Jefatura Política en 1899.
Para lograr la concreción de esta obra se apeló a la colaboración pecunaria de toda la población y se le pidió al joyero de pueblo, el señor Emilio Studler, que hiciera las gestiones para encargarlo a París.
Es así que la firma OBODEY fue la responsable de diseñar el soberbio reloj cuyas campanadas pueden ser oídas a dos kilómetros y medio a la redonda. Tras tres años de gestiones, el preciado aparato fue colocado en la torre en 1901 gracias al cuidadoso y honorario trabajo que hizo el joyero Studler.
Durante mucho tiempo el garboso edificio de la Jefatura ofició como núcleo de operaciones de la policía, como cuartel y cárcel, pero también cumplió funciones de centro social al carecer la villa de otros clubes dedicados a tales fines.
Monumento Histórico Nacional. Resolución 1007/002.