Carmela Pintos, quien es conocida principalmente por su simpatía y belleza lucha con la enfermedad «INNOMBRABLE “según su definición.
En las últimas horas escribió una carta pública sobre su enfermedad.
LA CARTA :
«Creo firmemente que compartir nuestras experiencias ayudan en cierto punto a otros que están pasando por lo mismo, además de ser agradecido por poder compartirlo ya que muchas se quedan en el trayecto de esta lucha constante.
Y fueron pasando los meses, pero la cicatriz aún sigue intacta y no dejan de caer las lágrimas cada vez que se habla del “innombrable” que llegó a mi vida para ponerme a prueba a mí y a mi familia, y que salimos adelante.
Pero no todo es felicidad como parece, porque detrás de una persona que lucha contra el CÁNCER está todo lo demás que implica, una familia destrozada por la noticia, ese desgarrador momento en el que escuchas por teléfono: “llegaron los resultados, temes CÁNCER” y es en ese momento en que te ves entre la espada y la pared sin saber de dónde sostenerte.
Y es ahí cuando entran en escena esos seres de luz, disfrazados de “papá, mamá, hermano, hermana, sobrino, novio y amigos (quienes te alejan de esa realidad haciéndote doler la panza por las carcajadas), familia y personas que no conoces pero que aparecen a extender su mano” esos seres que no aceptan un “no puedo” por respuesta; que solamente se quedan al lado de la camilla del hospital acompañándote sin decir una palabra como lo hizo mamá durante tres meses, esas personas que solamente respetaban ese momento en el que le gritabas al mundo “por qué a mí” y ellos simplemente se quedaban allí a un lado, o la otra pregunta que hacía eco en mi cabeza “que hice para que me pasara a mí? No es justo” pero los médicos me hicieron ver algo q yo no lo veía y me preguntaron “Luana qué más injusto que esos niños que apenas llegan al mundo” y tenían toda la razón, no se trataba de justicia, esos seres luchan desde su inocencia sin saber por qué motivo se les cae el cabello o por qué deben estar dos horas o más sentados en un sillón con una aguja en su brazo; pero agradecida q en esos momentos aparecía papá que me llamaba y me decía por teléfono “negra no sé qué hacer pero hago lo que quieras por verte feliz” y la verdad es que en ese momento nada te hace feliz, el sufrir una operación tan grande con tan solo 24 años y que haya sido en vano, el ponerme en el lugar de ellos q se encontraban fuera de la sala y que el médico diga “no salió como esperábamos” eso duele pero en fin no queda todo por ahí, yo me encontraba en la misma sala siempre porque desde el día 1 me hicieron sentir la preferida de GINE 4. Las enfermeras, ners y médicos hacían hincapié en entrar a mi habitación sonriendo, además de darme esos abrazos que eran como “cascola” pegando los pedazos rotos que habían dentro de mí, pero en fin todos los días era una lucha diferente, los días de quimio eran días en el q no quería saber del mundo; venirme solamente dos días a pasar con los míos era mi salvación dentro de tanto calvario, aunque desde ahí empecé a odiar más los domingos(el día de volver) y bueno se empieza a ver las cosas de una forma diferente, empiezas a valorar más ese mensaje de buen día y el de buenas noches de tus tíos que era solamente para decirme “me levanto y me acuesto pensando en vos”, mis padrinos que estaban todas las semanas con la tele y la antena para q no me aburriera y haciéndole compañía a mamá, y sin duda aquellos (como mi tía) que quedaban allá cuidado q papá y mi hermano comieran, porque para quien no sabe papá adelgazó la misma cantidad de kilos que yo, porque tanto él como mamá y mis hermanos vivieron como si fuera propio lo q yo viví. Valoras esas llamadas en que la otra persona se queda callada al otro lado del tubo solamente para hacerte saber que está ahí o cuando llamas a tu amiga a las 3 de la mañana y ella te atiende y te escucha atenta aunque sea la 5ta vez q le decís; valoras todas las locuras de mamá y las llenadas de tu hermana para que no te olvides de los medicamentos, y valoras algo que quizás no lo notabas antes pero ahora lo ves y es el “tener una mamá”.
Yo estaba acostaba como un día más en el hospital y frente a mí una mujer muy joven con mi mismo diagnóstico y que luchaba tanto como yo pero la diferencia es q ella posiblemente “hoy ya no esté” en ese momento me di cuenta cuán rica soy al ver q ella quizás no tenía lo que yo si tengo y era simplemente esa gente que “está ahí”.
En fin la enfermedad se la llevo pero no se llevó solamente eso, le quitó la mamá a un bebé de tan solo 1 año, y es así “el innombrable” pasa por nosotros arrancándonos a cada uno un pedazo que no lo llenamos más. Y de mí se llevó la posibilidad de engendrar en mi vientre un nuevo ser, pero a cambio me volvió más fuerte y me demostró qué hay otras cosas realmente valiosas y que no son materiales, son “cosas” que mucha gente carece y eso me llevo a recordar otro episodio en el que me encontraba esperando para entrar a Radioterapia y una señora se acerca a mí y me pregunta mi edad, de donde era, quien me acompañaba, etc. y con los ojos llenos de lágrimas me cuenta su historia que era de Tacuarembó y que desde el momento en que supo del “innombrable” su familia la abandonó y lo único q escucho de su hija fue una simple pregunta “mamá eso que temes vos es hereditario?” Y fue ahí cuando mi cabeza hizo clic y vi que tenía una fortuna detrás de mí que hizo que hoy esté igual que hace un año atrás simplemente con una cicatriz de lado a lado de la cadera y que espero que cada día lluvioso la sienta para que no me permita olvidar lo que pase y lo que viví»….
Créditos:
Fotos Facebook Carmela Pintos
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