La celebración de Halloween se sigue metiendo año a año entre los rituales uruguayos, como habrá podido comprobar cualquiera que haya visto la multiplicación del merchandising del terror en todos los comercios.
 
Recordamos que debido a la pandemia , los controles planificados desde el Ministerio del Interior comenzaron el viernes por la noche y continuarán hasta el domingo por la noche teniendo en cuenta el fin de semana largo, ya que para algunos el 2 de noviembre se lo toman libre en sus trabajos, más allá de que es un feriado laborable.
 
 
El origen
 
Los celtas, desperdigados por las islas británicas, parte de Francia, Bélgica, Alemania y la actual Galicia en España, celebraban cada 31 de octubre por la noche un año nuevo. Lo hacían con un festival en el que despedían al sol y anunciaban la llegada de la temporada del frío y la oscuridad. Esa noche Samhain, Señor de la Muerte y Príncipe de la Oscuridad, venía para tomar prisionero al sol y convocar a los espíritus de los muertos. Ello explica bien el origen del nombre «La Noche de Todos los Muertos», una de las denominaciones populares de Halloween en español. ¿De dónde viene entonces lo de »todos los santos»?
 
Hace unos 1.400 años, el Papa Bonifacio IV dedicó un templo cristiano en honor a «Todos los Santos», una festividad que se celebraba en mayo pero que el Papa Gregorio III cambió posteriormente para el 1 de noviembre.
 
Cuando un nuevo Papa (Gregorio IV) estableció que la fiesta se celebrara universalmente, la importancia que cobró hizo que sus preparativos comenzar en la víspera del 31.
 
«All Hallow´s Eve» fue el término adoptado por la cultura anglosajona para llamar a estos festejos, que traducido al castellano significa «víspera santa». Con el paso del tiempo la pronunciación se fue deformando: de «All Hallowed Eve» pasó a «All Hallowed Even» y, finalmente, a «Halloween».
 
De esta forma, la fiesta rinde tributo a sus orígenes tanto paganos como cristianos, que se entrelazan hoy en día en las culturas de los diversos países que la celebran, pasando de las clásicas calabazas de Estados Unidos a los pequeños esqueletos azucarados de México.
 
Lo tenebroso, lo insólito, lo oscuro, grotesco y macabro remueve desde siempre en el hombre sensaciones familiares e intemporales, vinculadas no solo al miedo. Son también objeto de poesía y celebración desde el gótico al romanticismo.
 
Parte del éxito de este ritual radica allí, que en países como Estados Unidos adquiere una importancia difícilmente comprensible para nosotros.
 
Simbología
 
PEDIR DULCES: Se cree que empezó en Europa con una costumbre del siglo IX. El 2 de noviembre los cristianos solían recorrer los pueblos y pedir «tortas de alma» que eran pedazos de pan con dulces. Mientras más recibieran, más prometían rezar por los parientes muertos de los donantes. También se cree que el recorrido infantil en busca de golosinas probablemente enlace con la tradición neerlandesa de la Fiesta de San Martín.
 
COLOR NARANJA: simboliza el color de las velas usadas para la ceremonia de los difuntos.
 
CALABAZAS CON VELAS: símbolo del alma condenada a vagar por la Tierra como un espectro. Procede del cuento de un personaje llamado Jack, a quien no se le permitió entrar ni al cielo ni al infierno. Forzado a recorrer el mundo como fantasma, Jack metió un carbón encendido en un zapallo hueco, para alumbrarse el camino por la noche. Aunque se dice que las brujas utilizaban los cráneos de las víctimas humanas y las adornaban con velas en su interior, el origen de las calabazas fueron los nabos, que se vaciaban para introducir un fuego en su interior e iluminar el camino a los muertos que venian a la tierra esa noche.
 
MÁSCARAS: En la antigua Europa, era costumbre de algunos pueblos usar máscaras para espantar a los espíritus del mal, hecho que solía darse cuando eran perseguidos por alguna calamidad. Otra teoría afirma que proceden de la idea de los druidas célticos, según la cual los participantes en una ceremonia debían usar cabezas y pieles de animales para adquirir la fuerza del ser vivo que representaban.