Conocida en todo el país por su labor social y fundadora de Retoños de Lucha y Sueños, Curbelo marcó profundamente la vida de muchas familias de entornos socioeconómicos vulnerables de la ciudad más dulce del país.

Reconocida militante de la lucha obrero estudiantil, superando sus graves problemas de motricidad, estuvo en primera línea en la defensa de UTAA, de los gremios de la carne y del Frigorífico Nacional. A partir de fines de los ’60 se integró al Movimiento de Liberación Nacional (Tupamaros) y en 1972 fue detenida hasta 1985.

En Uruguay ejerció la medicina comunitaria en los barrios de la zona oeste, alternando la formación en primeros auxilios de la gente humilde, con la creación de huertas solidarias para paliar la necesidad tan frecuente en la zona. Tuvo que viajar a Suecia y a Cuba para ser tratada y a Nicaragua para participar en la revolución sandinista. Allí adoptó a «Rodolfito», un huérfano de guerra y a su regreso a Uruguay revalidó su título de pediatra y como se relacionó sentimentalmente con un veterano dirigente de UTAA (el «Cholo» González), marchó con él a Bella Unión donde ejerció la medicina comunitaria.