Los agapornis han fascinado a muchas personas tanto en su forma natural como en cautiverio. La primera imagen que nos viene a la mente cuando mencionamos esta especie es un par de amorosos pajarillos acariciándose en la rama de un árbol. Su pasión y hábitos de sentarse en pares acariciándose mutuamente dio origen a su nombre Agapornis, que viene del Griego Agape (amor) y Ornis (pájaros).
En Inglés son nombrados Lovebirds, una traducción casi literal del nombre griego, y en Francés se les llama Inseparables. Mientras que la afección entre estas aves es fuente de observación y disfrute, también pueden ser extremadamente agresivas y territoriales a la hora de defender el nido, atacando aves de otras especies o incluso otros agapornis. Entender la naturaleza y los aspectos básicos de su comportamiento nos ayudará a comprenderlas mejor, aportando elementos de gran valor para su cría en general.
Desde las costas boscosas de las Islas de Madagascar hasta las llanuras de Sudáfrica y norte de Etiopía, dominan las nueve especies de Agapornis, cada una habitando en su área geográfica. Los agapornis son loros. Sus características genéticas como un pico encorvado, dos dedos hacia adelante y dos hacia atrás, son características del grupo Psittacidae. Como son loros, tiene la habilidad de hacer mímicas y emitir sonidos imitando el dialecto humano, aunque no son tan habilidosas en este sentido como las Cotorras Grises o las Cotorras del Amazonas.
Las características generales de la especie son cuerpo pequeño, cola colorida de corta dimensión y un pico encorvado que es algo largo en proporción con el cuerpo. Ocho de las nueve especies provienen de la parte continental de África, y la novena de la Isla de Madagascar al este de las costas africanas.
Las nueve especies están separadas geográficamente. Las regiones donde cada especie habita están bien definidas y enmarcadas. Es por esto que las distintas especies no deben ser mezcladas al criar. La mezcla de las especies en estado natural conduciría a la degeneración de las especies originales, arriesgando la conservación y perduración del Agaporni. Creando híbridos que no pertenecen a ninguna especie, atentaría contra las reglas de exportación de especímenes criados en condiciones naturales.
Los primeros Agapornis fueron traídos a Europa en el siglo 18 cuando la explotación de los Africanos por los Europeos estaba en su apogeo. Los Europeos quedaron maravillados por el colorido de estas hermosas aves, y empezaron su exportación hacia el viejo continente.