Compartimos la historia ganadora del concurso organizado por la Dirección de Cultura de la Intendencia, «Siempre hay algo que contar».
Como informamos en Artigas Noticias los ganadores se conocieron el día domingo durante la celebración del 169 aniversario de la ciudad de Artigas.
“Cuando el Toto Juan ofició de psicólogo”
– Cuando el país apenas si se estaba saliendo de la última dictadura, se atisbaba con mucha fe la normalidad institucional tiempo atrás perdida. Imperaba por ese entonces en aquella sociedad avasallada por la grave crisis, dejándose ver, a veces, el sentimiento con el que la memoria colectiva adora y “adorna” a sus hijos más pródigos y prodigios.
Al viejo maestro, policía o médico se les daba una importancia casi matriarcal o patriarcal según el caso.
Tenemos como testigos silenciosos: carteles que lo indican como nombre de las calles plazas o edificios, que al andar uno por ahí circulando muchas veces absortos en nuestras cuestiones personales, nos topamos con algunos de ellos, y mediante un “tarascazo” en el tiempo, como un chispazo en la línea cronológica de la historia parece que los vemos, recordamos, o simplemente nos legan recuerdos de cuando algún ascendiente nos contaba, tal cuál historia, de este o aquel personaje.
En el querido barrio San Miguel, en la esquina de calle Baldomir y Bernardina Fragoso de Rivera, donde comienza la famosa “Bajada del Polígono” o para algunos “Polígano”.
Allí vivía la mamá o abuela Irma como le decíamos todos sus familiares, también así la llamaban los vecinos.
Algunos de ellos acudían a su casa generalmente a surtirse en su frondosa huerta y todo su género gallinero.
Otros en cambio acudían a ella para aliviarse mediante sus panaceas de yuyos y terapias naturales, por ejemplo hernias, cólicos, rendiduras, desgarros y toda clase de maleficios y hasta de embates de las cuitas amorosas.
Bien podría decirse que a su manera y como dilatante cultivó la medicina holistica.
Contaba mi abuela con ya más de noventa y tantos inviernos vividos a pleno, con soles y sombras, alegrías y tristezas las que amonedan y atesoran esa longevidad, la que en algún momento pasa factura, pero templa…es así que cierto día mi madre me dijo; Que la “mama” no estaba bien , que enseguida de mediodía iría hasta su casa.
Aquello que en otras oportunidades no había pasado de un susto, de un mal momento, por verla a la “mama” así….. y ademas de lo lúgubre que se volvía el entorno familiar debido a la gravitación de dicha matriarca con él, eso lo empeoraba más aun.
Habia visto yo en el decorrer de un poco más de media mañana, a cuatro médicos, acudir uno tras otro el llamado de mis tios, por la precariedad de la salud de su madre; Uno a uno fueron llegando a la casa de la “mama”, y recibidos por mis familiares se adentraron al cuarto de la “mama”, que sobre su “lecho de muerte”… al menos eso hacia parecer , con infinita paciencia y bondad casi infantil se sentó, el primero: la miró, la “auscultó”, la examinó toditaaaa, pedía alcánceme esto, lo otro, deme aquel aparatito e indicaba dentro de su maletín…
la “mama” no se movía, apenas se notaba su respiración, Más jadeaba que respiraba.
Parecía que de vez en cuando convulsionaba, tosía y carraspeaba, dejando macilentas hasta las esperanzas de los galenos , que como ultimo esfuerzo, por lograr una reacción positiva la interrogaban : “ Hola abuelia, Hola!, Hola!, Hola!, Hola abuelita… y pozando la mano sobre su frente ¿ que le duele? , que le duele? , ¿ que le pa- saaaaaa”?.
-Dígame, Digame…Digameeeeeeeeeee…y rompiendo el silencio sepulcral, la “mama” con voz moribunda , exclamaba “ Me duele la cabeza, los pies , el hígado los pulmones, los huesos, los oídos, los dientes, me duelen las varices , también tengo ahora mismo dolores menstruales” , – Me duele el páncreas y mucho más, más, más…y aun más”; Y volvía a entrar en una especia de trance.
Ahi, ahi…ay!, ay!, ay!… ayyyy!!!!!!!!.
Y así se terminaba de desmoronar entre ayes y dolores inauditos y por todas partes, las esperanzas de curación o sanación con que habia llegado a su casa los profesionales de la medicina.
Por ultimo, cada uno de los cuatro médicos, para no retirarse callados, vencidos, preguntaba, con la zon entre cortada….¿ Abuelita dígame , que más le pasa, que más le pasa”, – Y…
Al unisono la vieja replicaba con voz enfermiza, firme, pero ademas parecía que cantara : “ Si me pppppaaaaarrrrroooo, me mareeeeooooo”.
A cada uno los recibia con nuevos y mas fuertes dolores, y cada vez en más partes del cuerpo, ayes, ay!, ahi, ay!, ayyyyy, ayyyyy…..
Y otros que hay que tener un compendio de gramatica para comprenderlos, que los deja atonitos y anonadados que huian de la casa apresurados, sin dar expoliaciones o diagnósticos de lo que le pasaba a la “mama”.
A dos de ellos por lo menos los vi, que apenas pusieron un pie afuera del dormitorio de mi abuela, sacar del bolsillo de su túnica, un librito de anatomía y fisiología humana que al abrirlo se dejaba ver la figura, con corte esquemático de un cuerpo humano, nombrando y enumerando los distintos órganos y partes del mismo, con visible nerviosismo, manos temblorosas, y , mordiendo el labio inferior, con la boca seca mirando hacia arriba, se persignaron, cerraron súbitamente el librillo y sin siquiera despedirse partieron .
Con el dolor de saber que la cosa con mi abuela no estaba muy esperanzadora, decidí irme a trabajar para distraerme de la situación.
A la hora 11:15, hora oficial del aperitivo para sus catadores, llega el Doctor Juan, Médico de fama internacional, político, mecánico, aviador, y una serie de connotaciones más que sus contemporáneos conocen muy bien, además de todo eso y mucho más, carismático y con llegada, no solo en los hogares de la gente de Artigas, Quarai, de campaña, etc, sino que además eso llegaba a los más profundo del interior del ser humano, paciente o no.
Entre bocanadas de humo de su característico “criollo”, saludó y enseguida lo calcé: “ Toto, mi abuela está mal, ya la vieron 4 médicos y sigue igual” , “No dieron solución, ni siquiera diagnostico”.
Uuuuuuuuuuuu!, entre bocanada y aliento alcohólico, “La vieja Irma”, dijo.
“Que figura!”, “Que personaje”, “Vamos a verla”, y cerrando el capó del coche me entregó la llave y me dijo, “Manejá tú”, “Vamos a su casa”.
Durante el trayecto a lo de la “mama”, que no nos llevó más de 10 minutos hasta llegar, el inefable “Toto Juan” inclinó el asiento hacia atrás, se desperezó y siempre entre bocanadas de humo me pidió que le de desde un bolsillo interno del vehículo le alcanzara una pequeña botella de Wisky, que tiene en un costado de la misma una cabeza de vaca.
Entre dos “pitadas” fueron también dos considerables sorbos del ardiente liquido, que al empinar el codo, vi pasar en cada vez, tres o cuatro burbujas de aire, que corrieron desde el “Gollete” de la botella ( en su boca) hacia el fondo de la misma que hacia el cielo apuntaba.
Llegamos y varios vecinos que reconociendo su auto se agruparon para saludarlo, con reverencias, recordando que salvó fulano, a otro le operó la hija, aquel le atendía la abuelita, y así era interminable la familia…Los agradecimientos y los recuerdos.
Situaciones como estas, eran por el vividas a diario, porque era muy buen tipo y excelente médico, con un elevadisimo contenido «filantrópico», que hacia que los más pobres, los que no podían pagar ni siquiera el remedio tuvieron siempre la posibilidad de contar con tan prestigiosos medico, y que ademas, casi siempre que recetaba un fármaco, lo brindaba el mismo, o , mandaba que anotaran para él en la Farmacia.
Cuando logramos pasar a través de la multitud entramos, en la sala aguardaban ansioso y cifrando en él sus ultimas esperanzas, todos mis tío, mis primos y otros familiares.
Saludándolos, el Toto a cada uno les dijo algo esperanzador, y, antes que pidiera permiso para adentrarse a la intimidad de los aposentos de la “mama”, súbitamente levantó su mano con la palma hacia ellos lo que devino en un rapentino silencio…….Al otro lado de la puerta casi cerrada, Ayyyy, ayyy, hay, ahi, ahi, hay!ayyyyyyy!!!!!!!aay , ay, ay!!!!….Entra el “Toto”, y yo casi con él y dos o tres tías también, se sentó a su lado y juntando de su mano derecha los dedos “pulgar”, indice y mayor, acestaba golpes bastante fuertes a la altura del esternón, omóplato, y costillas de ambos lados, dado a que la “mama” gritaba y daba vueltas sobre si en la cama, tan rápidamente como lo anterior, torció el “Toto”, el juanete del pei derecho de la vieja para el lado contrario al que por este apuntaba el dedo de la abuela, -Pará che, Pará che, pará, pará , para Hdp, Hdp!, dijo la “mama”, y se sentó de golpe en la cama, Abrió los ojos y al verlo dijo “Dotor”, enseguida se desplomó nuevamente y Ay…ay.,..ayyy, ahi, ahi…ay, ay!!!!. A lo que el experimentado galeno, sin ternura, son abuelita, y sin eufemismo repitió la maniobra anterior de la torcedura de “juanetes”, golpe con los dedos en las costillas, logrando así que la “mama” se sentara otra vez en la cama.
La miró fijamente a los ojos, y ella e él. y le preguntó “ Que mierda te pasa vieja que solo estas, Ahí, ahí…ay!, ay!, ay!…y ahí no hay nada!, dijo apuntando su indice hacia ella.
La “mama”, volvió a tirarle al Toto lo que había dichos los otros, me duele.
Pero notó que cuando estaba narrándole los órganos que le dolían , el Toto, que estaba atento a la vieja pero masticando tabaco criollo a cada rato escupía en el piso de tierra de la habitación,
cada vez más cerca de los calzados que ella tenía al lado mismo de la cama, “Naou vai me guspí nas chancleta dotor” dijo preocupara la vieja mirando hacia el cielo, y como para no dejarlo pensar mucho, como antes, si me paro me mareo y volvió a desplomarse.
El Toto guiñándonos un ojo a los familiares, nos dijo en voz alta: “la cosa no es grave, es grandísima, la letalidad de su cuadro clínico es la mas alta”, pero…mirando todos a la vieja vimos que al golpear su mano en ella denotó preocupación…con el tono de voz como para que ella escuchara me dijo: es la hora verdad?, tráeme del auto un remedio que está sobre el asiento trasero.
Apenas salí del cuarto el Toto estaba sobre mí y rectificó: “no tengo nada sobre el asiento del auto, metió la mano en el bolsillo, sacó dinero y me dijo, tráeme una aspirina rápido”, ahí se sentó en el living y pidió un vaso con agua. Atribulado con la aspirina volví, y le dije”no entiendo nada” sonrió y me dijo “sígueme y me entenderás”…con su cuchillo de picar tabaco, borro de la Aspirina borró la palabra Bayer, y la cortó en trocitos….al entrar con vaso con agua en una mano y el remedio en la otra, llamó a la tía Blanca, quien lloraba sobre los pies de la mama y dijo “abre tu mano” y depositó sobre ella los cuatro trozos del milagroso y hasta ahora misterioso remedio.
Allí dijo: dame uno de los trocitos, volvió a la vieja y dijo muy nervioso “este remedio solo produce dos cosas, o te cura o te mata”.
En el momento le explicó que por la gravedad de su estado tomaría un trocito ahora otro a los seis meses y los otros dos de esta manera, uno en diciembre del año que viene y el orto en diciembre del próximo año.
Se sentó la mama sobre la cama y encismada por el Toto dijo muy preocupada y tartamudeando “do-do-tor-me-con-vem-drá-to-mar-e-se-re-me-me-dio”, será? !! tomá, dijo imperativamente el doctor, tragó saliva la vieja, se persignó, miró un cuadro de Jesús que estaba colgado sobre su cama, suspiró. Puso el trozo de remedio en la boca, sorbió el agua y se cubrió con una sábana blanca.
Déjenla sola dijo el Toto; y se retiró de la sala, “Entró de 20 minutos sabremos si llamamos o no a la funeraria”.
“Pareció que el terminó se detuvo, Nadie hablaba ni se movían…Al cabo de una media hora, la propia “mama” abrió la puerta de su dormitorio y ante la mirada de todos los presentes dijo: “ Dotor que bueno es ese remedio, déjeme el nombre de él, anotado por ahí”.
Dentro de la alegría de todos y otra vez entre bocanadas de humo de su criollo y con aliento alcohólico me dijo el Toto; “Volvamos al taller”…
Seudónimo: FADIEC.
Transcripción de la redacción original del autor.
Imágenes de Archivo: Dr. Juan Internet