Si bien el furor por consumir agua de mar es relativamente reciente, lo cierto es que esta práctica existe desde principios del siglo XX. Su precursor fue el biólogo y fisiólogo francés René Quinton, quien investigaba distintas terapias para curar las células dañadas del cuerpo. Entre sus descubrimientos, encontró en el agua de mar un camino hacia la sanación y en 1904 publicó su primer libro llamado “El agua de mar, un medio orgánico”.
A través de sus páginas, plasmó su teoría acerca de que la sangre, las lágrimas y el sudor de todos los vertebrados estaban compuestos por un 70% de agua salada. Con estos argumentos entre manos, en 1905 inauguró su primer laboratorio dedicado a esterilizar agua de mar y ofrecérsela a sus pacientes como una medicina alternativa para reponerse de cualquier malestar.
¿Cuáles son los beneficios del agua de mar?
Sucede que al tratarse de un elemento puro y natural ofrece múltiples ventajas para el organismo. En esta línea, Ilari comenta que tiene características curativas y preventivas: “Impacta a nivel celular, entonces le permite a nuestro cuerpo sanar y funcionar eficazmente”, dice la especialista y asegura que, en consecuencia, ayuda a mejorar la calidad de vida. Los especialistas aconsejan su consumo a personas sanas con el fin de revitalizarse y a deportistas ya que aumenta su energía. También a aquellos individuos con trastornos y patologías crónicas o distintos tipos de dolencias.Se puede consumir en distintos formatos: por vía oral, en gotas como enjuague bucal o para usar en nebulizaciones. Aunque a la hora de beberla, hay dos maneras diferentes de prepararla en base a su fin: nutricional o terapéutico.
Los especialistas sugieren arrancar de a poco. En el caso de la bebida isotónica recomiendan un vaso diario y aumentar la cantidad a medida que el cuerpo se acostumbra. Por el contrario, cuando se trata de la hipertónica, su ingesta se limita nada más que a una o dos cucharaditas.